El sector económico que ha sustentado el crecimiento de la ciudad y el aumento generalizado del nivel de vida de sus habitantes desde hace cincuenta años, ha sido el industrial. Desde entonces, su dinamismo ha sido permanente, tanto en tiempo de auge y expansión como en los de crisis y dificultad.
El resultado es una industria muy potente y caracterizada por su modernidad y diversificación. Burgos es una de las primeras ciudades de España en cuanto al peso que la industria tiene en el conjunto de su economía.
Cuando en el año 2002, siendo alcalde Ángel Olivares, se aprobó el Plan Estratégico de la Ciudad de Burgos, entre todos decidimos que fuera el desarrollo industrial la primera y más importante de sus líneas estratégicas. Entendimos todos que lo que había sido el motor fundamental de nuestra economía debía seguir siéndolo en el futuro. Desde entonces, al menos, existe un consenso general acerca de esto. Otra cosa es que las tareas que nos propusimos se hayan llevado a efecto.
Durante años, la principal necesidad que se requería satisfacer fue la de tener disponible suelo industrial suficiente. Esta necesidad quedó, por fin, cumplidamente satisfecha, disponiendo hoy de una amplia reserva. Donde el grado de eficacia, por el contrario, ha resultado prácticamente inexistente ha sido en dos proyectos emblemáticos: el Parque Tecnológico y el Centro de Actividades Empresariales.
La responsable es la Junta de Castilla y León. Su desidia y su calamitosa gestión han conseguido que los dos proyectos estén ahora paralizados por decisiones judiciales. Fortalecer el tejido industrial exige en este momento, sobre todo, un buen gobierno que los resucite.
Acabaré destacando una línea complementaria más: después de la construcción del Complejo de la Evolución, merece centrar la atención en las industrias culturales y recreativas, cuyo potencial de desarrollo es enorme. Conseguirlo diversificaría aún más nuestra economía y la aportaría un valor cualitativo incalculable.
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